viernes, 23 de noviembre de 2012

Simplemente descender...




Descendió de la manera más fútil e ingenua, no sabía lo que era caer desde tan alto, donde lo que dolía, emergía desde el alma que desapareció al unísono con las ganas eternas de volar, siempre inmensas e inalcanzables, pero ahora suyas. Recordó su pasado, uno a uno los milímetros sentidos, arraigados en las venas, inyectando fuerza fuera y dentro de sí.
La muerte disuelta en aguas tranquilas y benditas, y no por los santos inexistentes, sino por la misma naturaleza que las hacía renacer a cada instante.
Gritos, susurros, plegarias y unas ganas intensas de sobrevivir en lo indescriptible, en lo impalpable pero más vivo que el agua misma y sus posibles traiciones, que son arduas y severas como pocas cosas en el mundo visible.
Cayó lejos y lento, se levantó, sabiendo lo que seguía después, la nada que era su amante perfecto, como nunca jamás y siempre fiel acompañante.

sábado, 27 de octubre de 2012

Biografía del tiempo



Se quedó en la oscuridad, la luz de la vela que mantenía en la mesita de al lado fue lo que le rescató de las sombras, ubicadas en un momento tal, donde todo carácter de inquietud desapareció  sobre los chorros de la lluvia que estalló tras la ventana, que solo vio caer, y que  le impidió escucharse dentro de sí. 
Era evidente, estaba perdido, temblando del susto de no volver a contemplar su horizonte, como lo había hecho veinte años atrás, cuando el sol le pintaba sus mejillas y le sonreía con cada amanecer, nunca prestó oído para palabras que le llegaban del exterior, sino completamente ciego y cruel, le llegó a cuenta gotas la suma de lo que una vez logrado, bueno o malo, le llevó a ese callejón sin salida, del que todavía sigue dando vueltas en círculos pequeños pero inagotables, cada cual como eternos, en su estado más puro. 

jueves, 6 de septiembre de 2012

Hipnogónia




Nunca en su vida, había pensando que era tan fácil despegarse de su insomnio turbulento que le acosaba día tras día, hundiéndose en esos caminos intensos que jamás pidió, sin embargo, sustentaban su andar. No supo si en cada instante de esos estaba muriendo de apoco, dejando de lado todo lo que subvertía en sus adentros.
No le bastaba con imaginar, lo veía todo, así tal cual, como un enjambre de colmenas que aunque culpables, le liberaban lo peor de sus entrañas. Quizá esa mañana lo pidió, y le fue imposible recordarlo, solo sabía que había llegado el momento, se acostó y le dio la bienvenida. Dejó que le rodearan esas visiones inexplicables que recibía de manera violenta, rápidas, severas, vio que caía, dando vueltas en esa estática que le ahogaba sus propios gritos, sintió que rodaban lagrimas por sus mejillas, sin poder secarlas, sin poder siquiera tocarlas. Pedía ayuda a seres inexistentes, sabiendo que le hablaban, escuchaba carcajadas que venían del otro lado de ese túnel oscuro, que vislumbraba a lo lejos. Era más que morir, era más que sobrevivir a la guerra sucia en la que se encontraba. Una guerra que sin pedir, existía, que volvía ayeres y ahoras, sin un futuro preciso, inexacto en su desplomo.
Sin embargo, esa mañana se le sumó la caída más larga de toda su historia, y eso, sin ponernos a contar esa historia que se entregaba al mundo y que le dejaba en evidencia. Parecía que los temores arraigados ya no le desmantelaban el alma, ni siquiera en caricias arcaicas que hacía propias. Ahí era donde se reflejaban de la forma más libre, esas ganas de volar, de moverse al compás de la música que estaba produciendo sin saberlo, ese sonido fuerte, tan fuerte que le abandonaba simplemente para compartir su ligereza. Si… Ahora todo le era más ligero que ayer, a la misma hora y en el mismo lugar. Ese lugar sin nombre y con mucha resonancia, suyo finalmente.

jueves, 2 de agosto de 2012

Sueños etéreos.


Se despertó sabiendo que moriría, así tal cual su sueño etéreo, lúcido y precioso. Le abandonaron sus miedos al amanecer. Era tan grande la dicha de aquella mañana, que sabía nunca más la volvería a sentir, pues era algo único y efímero pero tan grande como el mundo que habitaba. Vagando sin rumbo, días atrás recorrió túneles oscuros y decadentes, sin desearlo, sin pedirlo, como si le hubiesen tomado la mano para ser participe de ello, negándose a las reminiscencias ahí ancladas en el viaje que emprendía.

La mente le sacudía las entrañas, su vida pasada hecha añicos tras su propia voluntad. Perpleja era su forma con la que bailaba al compás del viento que se filtraba tras el curso de la noche, una noche larga, sin tiempo, donde todo lo posible era y se avivaba con cada suspiro.

Sus brazos enraizados, podridos por el viejo placer que le causaban esos sonidos al moverse, queriendo abrazar la oscuridad que siempre le pertenecía menos en ese preciso instante. Se envolvió en el monologo absurdo que escuchaba, queriendo no escuchar nada más que el silencio, cuando era el más imposible. Porque se perdió en lo innecesario de sus pasos. Era tiempo de no pensar más en NADIE, de comenzar a construir pirámides a partir de sus propios pasos, sin la ayuda, casi siempre, torpe de algún ente por ahí, cercano.

Las lejanías eran lo propio, lo que le extasiaba sobremanera, pero no podía verlo, no sabía entenderlo, le apresuraba su futuro inexistente, del que se aferraba al compás del galope de ese caballo que le regalaron en su infancia.  No bastaban los gritos al cielo, mucho menos las palabras huecas, las sonrisas imposibles, la espera aberrante de la paciencia perdida tras el mismo espectáculo que se le mostro por años, ante sus ojos no había más que rabia, impotencia, violencia, maquilladas con frases cortas y podridas que simulaban una plática común y frecuente.

Saber que en la oscuridad es donde se ve más claro, no es nada fácil de comprender, pero insistía. Le llegaron conforme los días, frascos vacíos, perfectos para llenarlos con toda esa basura, la cual se había vuelto pegajosa y habitaba las paredes que le rodeaban. Nunca más, se comería su propio veneno, nunca más cercados sus límites, que ahora solo pedían ser desbordados.

Se cayó la noche, se congeló el querer, llegó a sus manos un boleto de NO-REGRESO, el cual tomó en su mano y se lo comió cual si fuera un dulce, tenía hambre de huida, y así lento pero seguro, comenzó a construir todo aquello perdido en el umbral de su conciencia.

viernes, 29 de junio de 2012

Fortunas heredadas



Para Ismael, que sin él, no se que tanto de mi sería posible.


 
Era una conmoción única lo que me provocaba ver las grietas que mostraban sus manos, con la fuerza que les caracterizaba. Eran idénticas a las de aquel viejo que tanto le había enseñado, aún incluso cuando postrado en su cama, se las sujetaba. Ante mis ojos nunca volvería a aparecer ese rostro con esa mirada opaca y esas lágrimas rodando sobre sus mejillas en el día aquel en el que se dijeron adiós. Y la dicha gigante que le pareció ser el testigo principal de sus últimos respiros, como la mejor fortuna heredada. Ahora tras los años que corren, esas manos siguen intactas, impregnadas de fuerza, negándose a lo imposible, en una lucha constante incluso en lo que está lejos e incomprensiblemente cercano, y dentro de las cercanías que se comprenden, estamos: él, yo, la misma vida y todo lo que dentro de ella se regenera tras esas nubes que como espuma, a veces simplemente desaparecen.

jueves, 21 de junio de 2012

viernes, 15 de junio de 2012

Creo que nunca TE he escrito poesía, sin embargo escribo...


Lo había encontrado, no era necesario abarrotar las ideas con sensaciones huecas. Todo estaba programado,  los canales limpios moviéndose en zigzag, construyendo los surcos aquellos que se habían desmoronado con el paso de los negros días que mataron sus sonrisas, cual arma letal llegando profundo, con ese solemne actuar obtuso, tras los anhelos que se cerraban en cada parpadeo  de sus grandes ojos trasparentes como esferas sólidas. Ya no había necesidad de ese montón de burbujas hechas con yerba mala y aglutinante.

¿Sería acaso que solo esperaban el comienzo de aquel resplandor tras ese final retrasado e intensamente necesitado, irrumpiendo con sus bajas pasiones? Era hora de respirar lento pero profundo, deteniéndose a cada momento, para levantarse y seguir en ese andar sereno que tanto estuvo perdido.

Había llegado el tiempo de mirar al cielo y reflejarse, de volverse amantes eternos cuál música etérea traspasaba cada hora su venas, uniéndose más allá de cualquier motivo terrenal y no por buscar misericordia ni adoración en lo que no se ve y tampoco se comprende, sino por saberse ahí, tan naturales como humanos pero conscientemente habitables y desmesuradamente capaces de hacerse flotar teniendo a la vez los pies firmes por y para ellos mismos.

domingo, 13 de mayo de 2012

Unísono

Era el final, era partir de cero, caminar sobre ruinas y sobre de ellas construir esos tan solicitados castillos de arena que siempre los destruía el viento, tan fácil, tan sutilmente, que te seducían de a poco pero intensamente. "¿Como convencer a los muertos de lo que permanece más allá de ellos mismos, cuando no existen más que en los recuerdos aprisionados de los corazones vivos?"...

Todo aquello lo contaban las noches y las falsas esperanzas, llegaban en hileras acartonadas por el frio, buscando calor debajo de los colchones hechos añicos por el tiempo, derruidos por las viejos deseos que se los comían vivos, y así se volvían nada, intensos para martirizarse, complejos para sacrificarse, estúpidos para liberarse, incrédulos para amarse, sin embargo obstinados con las ganas intensas por vivir todo aquello que  surge sin cesar día tras día y se funde al unísono con el ocaso. 

sábado, 17 de marzo de 2012

Líquido


Sueños, originalmente cargada por Lucía geS.

Absence


Fingieron perpetuarse dentro de un momento que se volvió perplejo y anónimo, donde los deseos se escaparon a los propios impulsos que no coincidían más que para herirse. Acumularon noches de abandono, desgarrados en inseguridades, deseado no sentir nada y sobre de ellos solo se apoderaba un vacío embriagador. Se les cerraron las puertas, caminaron por estrechos pasillos que no iban a ninguna parte, todo les fue negado conforme se agrandaban sus pasos, perdiéndose, débiles e irresueltos, cubriéndose en la oscuridad, temiéndole a lo clandestino, usurpando felicidad, desatando sus vestiduras solo para que el dolor les fuera dado más grave. Se les quedó dentro, los cegó para después de un tiempo,  simplemente ANIQUILARLOS.

lunes, 9 de enero de 2012

Sobre la pasión de SER...

Ritmo cadencioso, miradas perplejas, sonrisas envueltas en fantasías precoces, embelleciendo horizontes, alucinando dragones con las pupilas encendidas de pasión desmesurada, las manos envueltas, la lluvia cayendo, el cielo dormido, las piernas cansadas, los labios secos, ritmo cadencioso, repetición de instantes, como imágenes disueltas en agua trasparente, deformaciones certeras de esa vida que se va y ya no vuelve, donde permanece la sonrisa, se va la muerte, se abre el abismo, se come las pupilas, la pasión encendida, las manos cayendo, el cielo en melodía de gritos, las piernas dormidas, las aves cantando, ritmo cadencioso, miradas lentas, fantasías añejas, pupilas muertas, dragones bailando, la lluvia cesando, el frio ardiendo, ritmo cadencioso, dragones, pasiones, y sonrisas muertas.

domingo, 1 de enero de 2012

Luces


Luces, originalmente cargada por Lucía geS.

Los números, la ciencia y la sopa de coditos.


Yo al igual que Freud, nunca conocí al Doctor Schreber, sin embargo Freud lo estudió a través de “Memorias de un neurópata” yo NO. Pero eso no es lo que importa, ni de lo que vamos a hablar a continuación, sino del tema que nos interesa, extenso como el todo, el cual carece de sentido científico y serio, claro está, si  jugamos con los números y hacemos pasta de coditos con la ciencia. Esta vez jugaremos a no saber más allá de los sueños frustrados y el sentido de la paranoia que esto causa.
Como una mujer en el punto máximo de histeria, en el que su mundo no gira, se queda quieto ante tal circunstancia y ella sigue que sigue dando vueltas sin parar, y todavía no satisfecha con el caos que protagoniza, se envuelve en una sábana blanca y pide desesperada que la lleven al psiquiátrico mientras está frente al espejo maquillando su imperfecto y surcado rostro preparándose para ir a misa, después de llevar los niños al colegio.
Los niños viven la locura de manera divertida y ríen sin parar al ver a su madre en la absurdidad del instante en el que ni ella misma se da cuenta que es un día como cualquier otro, en el que se mueve por doquier como siempre, con todo lo que explota dentro de ella.
Los arboles que rodean la casa bailan con el viento y hacen canciones de hojarasca que traen recuerdos felices vividos en otros tiempos, cuando nada parece complicado. Cuando el hecho de escuchar mil voces al unísono no impacta más allá de aquella pared blanca en donde los bordes de las texturas comienzan a dibujar notas musicales, acuarelas blandas, perfumes caducados, lienzos rotos y vidrios queriendo ser grandes, en la alucinación más bella de una trascendencia inerte.
¿Y la muerte? ¿Y el silencio? ¿Y la luz? Entrelazados como el abrazo de los amantes que se juran amor eterno y en el mismo momento esconden sus rostros bajo la sombra de las montañas, porque no pueden sostener miradas fuertes y eternas, porque las encontraron sucias y estancadas en el baúl de lo “prohibido”.
Dentro de ese baúl sin fondo, se esconden: la madre, los hijos, Freud, el Dr. Schreber, los números, la ciencia y la sopa de coditos, de donde se ha cocinado este rico banquete.