domingo, 13 de mayo de 2012

Unísono

Era el final, era partir de cero, caminar sobre ruinas y sobre de ellas construir esos tan solicitados castillos de arena que siempre los destruía el viento, tan fácil, tan sutilmente, que te seducían de a poco pero intensamente. "¿Como convencer a los muertos de lo que permanece más allá de ellos mismos, cuando no existen más que en los recuerdos aprisionados de los corazones vivos?"...

Todo aquello lo contaban las noches y las falsas esperanzas, llegaban en hileras acartonadas por el frio, buscando calor debajo de los colchones hechos añicos por el tiempo, derruidos por las viejos deseos que se los comían vivos, y así se volvían nada, intensos para martirizarse, complejos para sacrificarse, estúpidos para liberarse, incrédulos para amarse, sin embargo obstinados con las ganas intensas por vivir todo aquello que  surge sin cesar día tras día y se funde al unísono con el ocaso.