Fingieron perpetuarse dentro de
un momento que se volvió perplejo y anónimo, donde los deseos se escaparon a
los propios impulsos que no coincidían más que para herirse. Acumularon noches
de abandono, desgarrados en inseguridades, deseado no sentir nada y sobre de
ellos solo se apoderaba un vacío embriagador. Se les cerraron las puertas, caminaron
por estrechos pasillos que no iban a ninguna parte, todo les fue negado
conforme se agrandaban sus pasos, perdiéndose, débiles e irresueltos, cubriéndose
en la oscuridad, temiéndole a lo clandestino, usurpando felicidad, desatando
sus vestiduras solo para que el dolor les fuera dado más grave. Se les quedó
dentro, los cegó para después de un tiempo, simplemente ANIQUILARLOS.
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